El anciano preguntó: "¿cuál es el problema, muchacho?".
"Nuestro querido padre nos ha dejado 11 camellos. Su testamento dice que la mitad de ellos deben ser para mi, una cuarta parte para mi segundo hermano y una sexta parte para el menor de nosotros. ¿Cómo podemos repartirnos los animales respetando la última voluntad de nuestro padre sin necesidad de matarlos y fraccionarlos?"
"Bueno, muchacho, te habrás dado cuenta que la repartija sería mucho más simple si tu padre les hubiera dejado 12 animales en lugar de 11, así que los ayudaré dándoles mi camello para que sumen esa cantidad y puedan repartirselos."
El menor de los hermanos protestó: "pero sabio hombre, sería una injusticia que usted perdiera su animal en beneficio nuestro". El anciano se acomodó la barba y sonrió: "¡no te preocupes querido, yo no perderé mi camello!".
¿Cómo repartió el sabio la herencia entre los hermanos sin perder su camello.
Respuesta
El anciano juntó los 11 camellos con el suyo para sumar 12 y realizó el reparto:
- Le dio 6 camellos al hermano mayor. El testamento indicaba que debía recibir la mitad de los animales (6 es la mitad de 12).
- Le dio 3 al segundo hermano, porque debía recibir 1/4 de la herencia (3 es un cuarto de 12).
- Le dio 2 al hermano menor que debía recibir 1/6 de la herencia (2 es un sexto de 12).
El anciano sumó los camellos que había repartido: 6+3+2=11. ¡Sobró un camello, que era el suyo!
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